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Hay orquídeas que no están muertas: están en estado de agotamienos crónico. Tras la última floración, muchas Phalaenopsis quedan con hojas tristes y raíces poco activas, y se confunden cuidados bienintencionados con excesos. Antes de despedirse de ella, conviene saber que la mayoría de ejemplares se recuperan con ajustes sencillos y un calendario realista.
El error más común es el “más es más”: más agua, más abono, más sombra para “protegerla”. La orquídea responde con hojas blandas y raíces marrones porque, paradójicamente, le faltan aire y luz. La clave no es mimarla en exceso, sino devolverle condiciones cercanas a su entorno natural: ventilación, luminosidad y riegos medidos.
Promesa clara: con un buen diagnóstico, un trasplante correcto y un par de trucos de inducción, la planta puede emitir una nueva vara en semanas o meses. No es instantáneo, pero sí predecible. Esta guía se centra en Phalaenopsis, la orquídea más habitual en casa, por su resistencia comprobada y su facilidad para reflorecer.
Retira la maceta con cuidado y observa raíces y cuello. Las raíces sanas son firmes, plateadas o verde plateado tras el riego; mientras que si están dañadas se presentan: marrones, huecas o blandas. Revisa el sustrato: si huele a moho, está apelmazado o se deshace como tierra, toca cambiarlo. Las hojas arrugadas suelen indicar riegos irregulares o raíces comprometidas.
Con tijeras desinfectadas (alcohol o llama de fuego), corta todo lo que esté blando o negro hasta tejido firme. Trabajaa con corte limpio y evita heridas en el cuello de la planta. Si lo deseas, espolvorea canela o carbón activado en cortes de raíces (nunca en la corona) para reducir riesgos de hongos.
Use maceta transparente con orificios y mezcla específica para orquídeas: corteza de pino de calibre medio con algo de perlita; el objetivo es sustrato aireado que drene en segundos. No uses “tierra universal”. Elige una maceta justa al volumen radicular: sobredimensionar mantiene húmedo y asfixia.
Riega cuando la corteza esté seca y las raíces luzcan plateadas; empapa entre 10 y 15 minutos y escurre por completo. Entre riegos, nada de “poquitos diarios”. Evita agua en la corona para prevenir podredumbre apical; si cae, seca con papel. En invierno, espaciar; en verano, algo más frecuente.
Ubica en luz brillante e indirecta (este u oeste con visillo). Sin luz suficiente no hay varas. Para inducir floración, procura un descenso nocturno de 5–7 °C durante 2–3 semanas (por ejemplo, 24 °C día / 17–19 °C noche). Ese pequeño “frío suave” es el disparador floral más fiable.
Fertiliza de forma débil, pero frecuente con un cuarto de dosis de abono equilibrado cada 2–3 riegos en crecimiento. Una vez al mes, enjuaga con agua para evitar acumulación de sales. Menos es más: abono moderado, raíces contentas.
La meta ideal oscila entre el 40 y el 60% de humedad con buena circulación. Usa bandeja con guijarros y agua sin que toque la base, o humidificador a baja potencia. Evita pulverizar la corona. Un ventilador suave ayuda a prevenir hongos y mantiene las raíces oxigenadas activas.
Tras floración, dos opciones: cortar la vara a ras para que la planta descanse y acumule reservas, o cortar sobre un nudo (el segundo o tercero) para intentar una subvara. Si la planta está débil, opta por descanso completo. La paciencia activa —buen cultivo, sin prisas— produce floraciones más largas.
Hojas nuevas firmes y raíces verdes tras el riego indican que el sistema funciona. Un pequeño “pico” verde en la axila es el inicio de la vara. Está bien guiarla con tutor blando.
Hielo en las raíces, macetas gigantes, sombras profundas, riegos “de pena diaria”, agua estancada y sustrato viejo (>2 años) son enemigos clásicos. Si aparece cochinilla o trips, actua pronto con jabón potásico o tratamiento específico y mejora la higiene preventiva entre riegos.
Con luz adecuada y bajada térmica, muchas Phalaenopsis emiten vara en 6–10 semanas y florecen entre 8–12 semanas después. Variaciones por estación y vigor son normales. Lo importante es sostener el método: raíces sanas, luz suficiente y riegos precisos valen más que cualquier truco.
Si se respeta este paso a paso, lo habitual no es que la orquídea “sobreviva”, sino que vuelva a presumir de flores. Y entonces sí, la recompensa de cada vara confirmará que en jardinería la constancia es el mejor fertilizante.
Foto | Brett Sayles, Aldo Fernandes Azevedo y RDNE Stock project
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La noticia
Paso a paso: así puedes revivir tus orquídeas y conseguir que vuelva a florecer
fue publicada originalmente en
Decoesfera
por
Joana Costa
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Escrito por Redacción Terra FM
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