TERRA 95.5 FM Las Terrenas | República Dominicana
En la primera (y fascinante) escena de ‘Los bárbaros’, un par de jugadores de golf de la alta sociedad se quedan atónitos al ver a un señor sin oficio ni beneficio quitándose los pantalones y meando en las afueras de su campo. Lo que para unos es un comportamiento inaceptable, para el otro es la única manera que tiene de protestar contra una desigualdad que nota palpable, lógica e injusta. A partir de aquí, la película transita en esa misma línea entre el hastío vital, la revolución invisible y las vidas paralelas. Lo que pudo ser y ya nunca será. La crisis perenne en personas que nunca pudieron salir de ella.
En 2002, seis años antes de la gran crisis global, Fernando León de Aranoa ya sorprendió -y ganó el Goya a mejor película- con ‘Los lunes al sol’, una película imprescindible del cine español en la que Luis Tosar y Javier Bardem eran dos parados de larga duración que no encontraban salida a sus vidas más allá de vivir sin un propósito, sin una manera de seguir adelante, acostumbrados a los vaivenes de la desgracia. Ahora, 23 años después, Javier Barbero y Martín Guerra parecen querer mostrarnos que, en el fondo, para un grupúsculo de la población todo sigue igual.
‘Los Bárbaros’ habla de segundas oportunidades, pero también de la vida al margen del sistema, de la amistad en tiempos de tristeza, de crear un edén de la desidia. El problema es que el tono acaba por invadir al resto de la cinta, contagiando al espectador con su monotonía, su hastío, su rechazo tanto a la sociedad como a llevar una vida medianamente interesante. Por mucho que todos los intérpretes estén fabulosos, al final lo que subyace es una sensación de cascarón vacío en el que los minutos se rellenan de manera artificial.
Destaca, con mucha distancia, Job Mansilla, que aporta la nota de humor a una película que carece de él. Pero, además, su personaje deja también una nota agria en su lucha contra el capitalismo sistémico: en el fondo, está atrapado en la dicotomía entre enfrentarse al mundo de cara, llamar «burgueses» a las personas con trabajo, mearse en un campo de golf, dar lecciones continuas de anticapitalismo… Y disfrutar sus pocos momentos saliendo de la clase más baja, tomando un café en albornoz, mirando con cierto anhelo desde la ventana del piso de su pareja, jugando a golf en los barrizales destinados a ellos. No acaba de ser fascinante por culpa de un ritmo mortuorio, pero uno desearía que toda la película se centrase en él.
Sin embargo, el protagonista es un Álex Monner que hace un estupendo trabajo, dando vida a un personaje al que le han arrebatado el alma, las ganas de vivir y la esperanza hace mucho tiempo. El problema es que ‘Los Bárbaros’, una vez presenta esta desidia vital, no sabe ya qué hacer con ella, y no para de dar vueltas de campana alrededor del mismo sentimiento sin evolucionar hasta un final en el que es el mundo exterior el que obliga a mover los engranajes y poner en funcionamiento las tramas hasta su inevitable separación.
Es una pena que ‘Los Bárbaros’ no me haya terminado de conquistar, porque los directores hacen un gran trabajo de composición de plano, jugando con las simetrías del local abandonado y la aparentemente simple estructura del silencio. Sin embargo, en su propia identidad está su mayor castigo, y se embarra en su propia pereza, como si se tratara de una persona deprimida que no es capaz de salir de su ensimismamiento. Esta película disfruta mirándose al ombligo, admirando su complejidad narrativa, y se olvida de que tiene un espectador delante preguntándose a dónde nos va a llevar todo esto.
Son muchos los que viven en crisis perenne en España. Los que, sin importar quién gobierne o las medidas impuestas, sufren en la tristeza y la pobreza que se han visto obligados a adoptar como rebelión antisistema. Porque a estos bárbaros les encantaría vivir entre burgueses, poder desayunar galletas y no estar siempre de paso, pero les han prohibido la entrada a un mundo que tan solo pueden intuir, pasando como simples fantasmas y molestias autoconscientes. La teoría es estupenda, sí. Tristemente, ‘Los Bárbaros’ no es capaz de encontrar un ritmo adecuado o dar motivos al espectador para seguir viéndola, pasado su primer acto. Supongo que siempre nos quedará mear en un campo de golf.
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La noticia
‘Los bárbaros’ es la respuesta contemporánea a ‘Los lunes al sol’: jóvenes en perpetua crisis con un ansia por sobrevivir tan agónica como modélica
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por
Randy Meeks
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Escrito por Redacción Terra FM
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