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Se habla mucho de que Marvel ha sufrido un bajón tras ese gran colofón que fue ‘Vengadores: Endgame’, lo cual llevó a que muchos celebrasen el anuncio del regreso de los Hermanos Russo para ocuparse de ‘Vengadores: Doomsday’ y ‘Vengadores: Secret Wars’. Algo que puede entender perfectamente, aunque también sea justo destacar que la carrera tras las cámaras de estos dos hermanos tras abandonar el MCU ha sido, como mínimo, decepcionante.
Primero apostaron por una película más pequeñita como ‘Cherry’ que se acaba quedando en tierra de nadie, luego contraatacaron con ‘El agente invisible’, una superproducción fácilmente comparable a un trozo de pan sin sal del supermercado, y ahora hacen historia con ‘Estado Eléctrico’, la nueva película más cara de la historia de Netflix. Y también un enorme despilfarro de la friolera de 320 millones de dólares.
Sobre el papel, ‘Estado Eléctrico’ lo tenía todo para ser un puñetazo encima de la mesa de Netflix a la hora decir que los mayores blockbusters también pueden estrenarse en streaming sin pasar antes por la pantalla grande: Dinero sin límites, un reparto a priori de primera y contar como base con una novela ilustrada con una innegable fuerza visual. «Solamente» había que saber aprovechar eso y construir una historia a la altura y que al mismo tiempo fuese fácilmente accesible para el público. Lo segundo lo tiene, pero lo primero…
Lo cierto es que el arranque de la película no está mal del todo, pues alterna el intentar preocuparse por sentar una base emocional que sirva para motivar a su protagonista -y que al mismo tiempo sirva para que el espectador conecte con su viaje emocional- con presentar el universo en el que transcurre la acción. No es nada del otro mundo -el montaje de la charla entre Millie Bobby Brown con su hermano en la ficción resulta bastante fallido en su intento obvio de evitar que el espectador se aburre ante escenas que deberían haber sido más estáticas y relajadas-, pero al menos invita a pensar en que podemos estar ante un efectivo pasatiempo de usar y tirar. Por desgracia, pronto queda claro que no va a ser el caso.
El primer problema de ‘Estado Eléctrico’ es que resulta demasiado genérica. Hay varias ideas por ahí que podrían haber dado mucho más juego, pero al final simplemente se van metiendo ahí confiando más de la cuenta en que funcionen porque sí. Eso es algo que se aplica a la película a todos los niveles, desde una galería de personajes bastante pobre hasta un acabado visual que se podría definir como vistoso, pero lo cierto es que ni de lejos luce lo que uno esperaría de una superproducción de este calibre.
De hecho, cuando mejor luce ‘Estado Eléctrico’ es en los momentos que los Russo manejan como poco más que simples transiciones, es decir, cuando la cámara se abre y nos permite vislumbrar un poco más las particularidades de ese universo. Es evidente que es ahí cuando se inspiran más en la obra original de Simon Stålenhag y seguramente lo incluyan únicamente porque consideren que queda bonito, pero al final acaba siendo un recordatorio de lo que pudo haber sido pero ninguno de los implicados quiso.
Sin embargo, lo que interesa aquí es una aventura aparatosa a la que seguramente Netflix dio luz verde sin preocuparse en que nadie revisara un poco lo que estaban haciendo los Russo. Un buen ejemplo para mí de ello es que incluso un actor como Stanley Tucci, que prácticamente siempre está bien en todo lo que hace -e incluyo ahí películas que tampoco pasaría nada si nunca hubiesen existido-, es incapaz de elevar el paupérrimo material que tiene a su disposición.
Por su parte, Brown, la mayor estrella que haya creado Netflix hasta la fecha, no se muestra demasiado cómoda en su personaje. No es que la considere una gran actriz, pero sí que ha demostrado en varias ocasiones que puede ser muy solvente, así que sabe a muy poco lo que ofrece aquí. Eso sí, el chasco es aún mayor con Chris Pratt, ya que tiene un personaje que encaja bastante bien con las fortalezas que ha potenciado desde que encabezase ‘Guardianes de la Galaxia’, pero aquí acaba siendo más un cantamañanas con una progresión en su actitud más en la línea de un veleta según sople el viento que de tener una evolución lógica y clara.
Con todo, los principales responsables de que ‘Estado eléctrico’ acabe siendo un amasijo de escenas genérico, superficial y sin gancho son los Russo. ¿El motivo? La falta de energía. Y es que puedes poner todos los millones que quieras encima de la mesa, pero es imprescindible que haya alguien detrás con una visión clara y la capacidad para ejecutarlo de la mejor forma posible. De eso no hay nada aquí, hasta el punto de que comete algo imperdonable en una película de estas características: que llegue a hacerse un tanto pesada. Puro algoritmo sin pasión alguna, de querer que parezca algo pero sin esforzarse nada por conseguirlo
Dicho esto, doy por sentado que ‘Estado eléctrico’ va a arrasar, ya que Netflix va a poner toda la carne en el asador para que acabe liderando la lista de las películas más vistas de la plataforma hasta ahora. Aunque hay un instante muy raro relacionado con Bill Clinton, sí que puedo decir que al menos que tiene más entidad visual que ‘Alerta roja’, pero porque esa cinta hacía cosas incomprensibles en ese apartado, pero espero poder pasar página y dejarla de lado lo antes posible, que es lo que se merece.
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La noticia
‘Estado Eléctrico’ es un despilfarro de 320 millones. La película más cara de la historia de Netflix es un constante quiero y no puedo
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Mikel Zorrilla
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Escrito por Redacción Terra FM
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