TERRA 95.5 FM Las Terrenas | República Dominicana
Durante años, la maquinaria de Hollywood evitó zambullirse por completo en el abismo del Holocausto. Aunque la Segunda Guerra Mundial había inspirado relatos épicos y heroicos en el cine como ‘El puente sobre el río Kwai‘ o ‘De aquí a la eternidad‘, este tema parecía demasiado doloroso, demasiado reciente, o tal vez demasiado incómodo para enfrentarse a él a través del cine. No ocurrió como tal hasta ‘¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Nuremberg)‘ cuando, por fin, se atrevieron a hacerlo. No solo miró al horror de frente, sino que puso en tela de juicio a toda una sociedad.
Ambientada en los procesos judiciales reales que siguieron al colapso del Tercer Reich, la película dirigida por Stanley Kramer y estrenada en el año 1961 fue una de las más audaces de la era dorada de Hollywood. Aunque muchos nombres y situaciones se narran desde el prisma de la ficción, la película se inspiró directamente en el juicio del mismo nombre, uno de los más simbólicos en la búsqueda de justicia internacional.
En ese tribunal se juzgaron no a soldados ni a generales, sino a quienes desde la legalidad habían sostenido la maquinaria del terror: los jueces del régimen nazi.
Lo que distinguía a esta obra no era solo su ambición narrativa o su densidad temática, sino su forma de enfrentarse a las heridas abiertas. Mientras otros dramas judiciales de la época buscaban claridad moral, esta película optaba por la complejidad, cuestionando la obediencia, el deber y la responsabilidad individual dentro de un sistema totalitario. Y lo hacía a través de largos monólogos, testimonios desgarradores y un modo de dirigir que dejaba que los silencios dijeran tanto o más que los diálogos.
Hoy, más de seis décadas después del estreno, ‘El juicio de Nuremberg’ (que está disponible en Prime Video y Filmin) sigue siendo un filme que no pretendía ofrecer consuelo, sino incomodar, interrogar, y recordar.
A diferencia de otros thrillers legales de la época, ‘El juicio de Núremberg’ se centra en todos los frentes del mencionado proceso judicial: los jueces, los fiscales, los abogados defensores y las víctimas. El eje de la historia lo ocupa Dan Haywood (Spencer Tracy), un juez estadounidense encargado de presidir el tribunal militar que debe sentenciar a altos cargos judiciales del régimen nazi. A medida que se enfrenta a los testimonios y pruebas del caso, Haywood se pregunta cómo se pudo permitir semejante barbarie.
Por otro lado, el fiscal, el coronel Ted Lawson (Richard Widmark), tiene la ingrata misión de probar que los acusados (que no dejan de ser respetados juristas alemanes) no solo sabían del Holocausto, sino que fueron cómplices. Y en el otro extremo, el abogado Hans Rolfe (Maximilian Schell, que ganó el Oscar por su papel) defiende que sus clientes simplemente cumplían con su deber patriótico.
Rolfe advierte además que juzgar con dureza a toda una generación podría alimentar nuevos conflictos en plena Guerra Fría. Un discurso que nos hace pensar en hasta qué punto un individuo puede escudarse en la ley para abdicar de su conciencia.
La extensa duración del filme (son más de tres horas) le permite dar voz a los supervivientes, a las víctimas colaterales, y a quienes cargan con la culpa. Montgomery Clift ofrece una de sus últimas actuaciones como Rudolph Petersen, un hombre judío lobotomizado por el régimen, cuya fragilidad física encierra una verdad imposible de ignorar.
También está Judy Garland, en un papel radicalmente distinto al que el público asociaba con ella. Interpreta a Irene Hoffmann, una testigo aterrada por la posibilidad de que su declaración sea usada en su contra.
Pero es Burt Lancaster, como el juez nazi Ernst Janning, el que ofrece una interpretación de enorme peso simbólico. Su personaje rompe con su defensa para reconocer su responsabilidad, pero no hay redención fácil ni lágrimas de alivio. Lo que vemos es la caída de un hombre que ayudó a justificar el genocidio desde la legalidad.
La película no exculpa, pero sí matiza lo incómodo, lo humano y lo trágico, elevando lo que ocurrió por encima de los juicios maniqueos.
A lo largo del filme, se nos plantea la pregunta qué significa realmente hacer justicia. En una escena devastadora, el tribunal proyecta imágenes reales de los campos de concentración, siendo, para muchos espectadores de la época, la primera vez que veían esas atrocidades. Pero el desconcierto crece cuando se revela que gran parte de la sociedad alemana aún simpatiza con los acusados, convencida de que Hitler rescató al país del caos.
Y ahí es donde reside la fuerza de la película, que no ofrece respuestas cómodas, sino que expone las grietas de un sistema legal obligado a juzgar lo indescriptible. Retrata a hombres comunes enfrentados a sus propios límites éticos, a una cultura entera intentando entender cómo perdió el rumbo.
Por eso mismo obtuvo diez nominaciones al Oscar y ganó dos estatuillas, y sigue siendo una obra maestra que, estrenada hace más de sesenta años, dialoga. directamente con el presente.
En Espinof | Nazis, odio e insectos gigantes: las 41 mejores películas para comprender el fascismo
En Espinof | Las películas más esperadas de 2025
–
La noticia
Es una de las mejores películas de la historia del cine y la tienes en streaming. Este thriller sobre un juicio real establece un diálogo muy interesante con nuestro presente
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Belén Prieto
.
Escrito por Redacción Terra FM
TERRA 95.5 FM - BY PMEDIALAB