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En los meses más cálidos, disfrutar de una terraza o balcón puede convertirse en un reto por la presencia de insectos. El agerato damasquino se presenta como una solución natural, combinando belleza ornamental y propiedades repelentes. Su aroma característico resulta poco atractivo para los mosquitos, lo que permite, a su vera, disfrutar del aire libre sin molestias.
Esta planta, originaria de América Central, es apreciada por su floración prolongada y su porte compacto. Puede cultivarse tanto en macetas como en jardines, y su mantenimiento resulta sencillo. Además, su variedad de colores —azules, lilas, rosas y blancos— la convierte en un elemento decorativo versátil para cualquier rincón exterior.
El secreto de su acción antimosquitos está en la cumarina, un compuesto natural que desprende un perfume suave para las personas, pero desagradable para los insectos. Esto lo convierte en un aliado ecológico y efectivo, evitando el uso de aerosoles químicos. Por ello, muchos lo eligen como alternativa sostenible en terrazas y porches.
Para un buen desarrollo, el agerato necesita luz abundante, preferiblemente pleno sol, aunque en zonas muy calurosas se beneficia de algo de sombra por la tarde. Crece bien en suelos ligeros y bien drenados, con riegos frecuentes pero sin encharcar. En macetas, se recomienda un control más constante de la humedad.
Su altura varía según la variedad: las más compactas, como la ‘Hawaii’, alcanzan unos 15 centímetros mientras que otras como ‘Blue Horizon’ pueden superar los 40.
Esto facilita adaptarlas a distintos espacios, desde jardineras hasta borduras o parterres. En todos los casos, el resultado es un manto de color vivo durante todo el verano.
Entre sus ventajas destaca que es de cuidado sencillo, resistente a las altas temperaturas y con una floración continua. Además, su efecto repelente actúa de forma discreta y constante. Como desventaja, es sensible al frío, por lo que en climas con inviernos intensos suele cultivarse como planta anual.
Para prolongar la floración, es recomendable retirar las flores marchitas y aplicar fertilizante líquido cada quince días en temporada de crecimiento. También conviene despuntar los tallos más altos para mantener una forma compacta y frondosa, lo que favorece un aspecto más equilibrado y saludable.
El agerato damasquino es una opción ideal para quienes buscan un toque de color y protección en el exterior. Con pocos cuidados, ofrece un jardín libre de mosquitos y un entorno más agradable. Una pequeña inversión de tiempo y atención se traduce en un gran aliado natural para el verano.
Fotos | Rafael Minguet Delgado, Ash Moore y Peter
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La noticia
Bonita, de fácil cuidado y anti-mosquitos: esta es la flor que necesitas en tu terraza o jardín
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Decoesfera
por
Joana Costa
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Escrito por Redacción Terra FM
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