TERRA 95.5 FM Las Terrenas | República Dominicana
Ahora que todavía no ha empezado la época de lluvias, es el momento de presumir de unos cristales y vidrieras completamente relucientes. Desde los ventanales del salón hasta las ventanas tragaluces de la buhardilla, es un rompecabezas limpiar todo estos modelos de ventanas cuando tu altura no supera el metro sesenta (hablo como servidora). Medida que me lleva de cabeza a buscar otras formas inteligentes para tener los cristales impecables sin subirme a una escalera.
Pero la buena noticia es que la tecnología y el ingenio doméstico nos ofrecen soluciones tan eficaces como seguras. Desde robots limpiacristales hasta varillas telescópicas de precisión, existen varias fórmulas que permiten tener los vidrios relucientes sin poner un pie en una escalera. ¡Te los enseñamos!
Hay trucos que no pasan de moda. Uno de ellos es el clásico de atar una bayeta limpia al palo de la fregona, una técnica tan simple como ingeniosa pero que nos ayudará a mantener los cristales más altos perfectamente limpios, sin tener que subir a una escalera y correr el peligro de accidentarnos.
Solo necesitas una fregona en buen estado, una bayeta de microfibra (o incluso una toalla vieja cortada) y una goma o pinza para sujetarla. Humedece la bayeta con agua caliente y un poco de vinagre blanco o jabón neutro. Después, pásala por el cristal con movimientos amplios de arriba hacia abajo.
Cuando termines, sustituye la bayeta húmeda por una seca o una gamuza limpia y repite el proceso para abrillantar. Este método no solo es práctico, sino que también permite alcanzar zonas altas sin peligro, sin esfuerzo y sin gastar un euro.
Las mopas planas articuladas son uno de esos utensilios versátiles que no deben faltar en casa para recoger los pelos sueltos por el suelo o esas pelusas que quedan permanentes incluso después de pasar el cepillo.
Aunque están pensadas para el suelo, se transforman en un magnífico limpiacristales con solo cambiar el paño. Sustituye la funda original por una bayeta de microfibra o una gamuza específica para cristales, y humedécela con tu mezcla casera de vinagre y alcohol.
Gracias al cabezal giratorio, puedes alcanzar cómodamente los cristales altos del salón o los de la escalera. Usa primero la cara húmeda para eliminar la suciedad y luego la seca para abrillantar. En pocos minutos, el cristal recuperará ese brillo que amplifica la luz y la sensación de limpieza.
Parece magia, pero no lo es. Los limpiacristales magnéticos permiten limpiar simultáneamente las dos caras de una ventana, incluso en los pisos más altos. Están formados por dos piezas unidas por potentes imanes y cubiertas de microfibra. De esta forma, una se coloca en el interior y la otra en el exterior del vidrio para que ambos lados hagan su labor.
La presión de los imanes mantiene ambas partes sincronizadas mientras se mueven, eliminando polvo y manchas sin riesgo de caída. Modelos como el Glider D-4 o el Tyroler Bright Tools son especialmente útiles en ventanales que no se abren completamente.
Los clásicos limpiacristales con mango extensible han evolucionado. Hoy existen versiones telescópicas de aluminio ligero que alcanzan hasta cuatro metros y que incorporan un sistema de pulverización en el mango, evitando tener que cargar con cubos o productos aparte.
Marcas como Leifheit, Vileda o Kärcher ofrecen modelos con cabezales articulados que se adaptan al ángulo de la ventana. Combinados con una mezcla casera de agua tibia, vinagre blanco y unas gotas de alcohol, garantizan un brillo impecable y ecológico.
El papel de periódico ha sido, durante décadas, el secreto de los cristales brillantes sin pelusa. Su textura ligeramente rugosa pule el vidrio y elimina cualquier resto sin rayarlo, dejando los cristales increíblemente limpios e impolutos.
Para llegar a zonas altas, basta con adaptar la técnica a las nuevas necesidades. De este modo, haz una bola con un par de hojas, mételas dentro de una media fina y átala con cinta o una goma al extremo de un palo largo (puede ser el de una escoba o fregona).
Pulveriza tu limpiador sobre el cristal y pasa el improvisado “paño de periódico” con movimientos circulares. El resultado es sorprendente: brillo, transparencia y cero marcas.
A veces, las soluciones más efectivas son también las más sencillas. Con un poco de imaginación (una fregona convertida en brazo extensible, unos calcetines reciclados o un limpiador casero de vinagre), limpiar los cristales más altos deja de ser una tarea peligrosa para convertirse en un gesto cotidiano y hasta gratificante.
Fotografía de portada | Vía Jacema
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La noticia
Cinco formas fáciles e inteligentes para limpiar los cristales más altos sin tener que utilizar una escalera
fue publicada originalmente en
Decoesfera
por
María Lancha
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Escrito por Redacción Terra FM
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