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En el imaginario colectivo, la película de ‘El Exorcista‘ es la encarnación suprema del terror sobrenatural: posesiones demoníacas, gritos espeluznantes, una niña atormentada. Pero detrás de la icónica escena médica —esa angiografía brutal que muchos recuerdan como uno de los instantes más perturbadores del cine— se esconde algo mucho más real y siniestro: un asesino.
El director William Friedkin, que quería llevar el realismo de los tratamientos médicos a la pantalla, obtuvo un asiento en primera fila para una angiografía cerebral en el Hospital Universitario de Nueva York. El procedimiento era excepcionalmente brutal, por lo que, impresionado por la crudeza y el realismo de la escena, Friedkin decidió incorporar esa trama en la película, haciendo uso de verdaderos médicos y expertos en la materia.
Entre los nombres de aquellos que se interpretaron así mismos dentro del quirófano, apareció Paul Bateson, quien tenía una presencia aparentemente inocua escondía, pero con una historia perturbadora: cuatro años después del estreno del filme, Bateson fue detenido por el asesinato de Addison Verrill, periodista de la revista Variety.
Las llamadas anónimas a un columnista del Village Voice, Arthur Bell, terminaron señalándole como culpable, a pesar de que él luego alegaría que lo que dijo se inspiró en los artículos de Bell y en su propio estado de embriaguez.
El caso de Bateson se volvió aún más turbador cuando los fiscales sugirieron su implicación en otros asesinatos. Entre 1975 y 1977, varios cuerpos desmembrados de hombres fueron hallados en bolsas dentro del río Hudson, lo que se conoce como los «bag murders» (los asesinatos de las bolsas). Según la acusación, Bateson presumía ante amigos de sus crímenes y demostraba un conocimiento médico que encajaba con la forma en que los cuerpos habían sido tratados.
Bateson fue condenado únicamente por el asesinato de Verrill y sentenciado a un mínimo de veinte años de prisión. Allí, en ese punto donde la realidad superaba a cualquier película de terror, vuelve a aparecer el nombre de William Friedkin. El director visitó a Bateson en prisión y quedó tan marcado por la frialdad del hombre que un día había filmado para ‘El Exorcista’ que decidió inspirarse parcialmente en su historia para su siguiente proyecto: ‘Cruising’.
Aquí es donde entra en escena Al Pacino. Su personaje en ‘Cruising’, un policía que se infiltra en los ambientes gays de Nueva York para atrapar a un asesino de hombres homosexuales, bebe en parte de las conversaciones que Friedkin mantuvo con Bateson. Aunque la trama de la película no recrea literalmente los crímenes del técnico de radiología, sí absorbe su atmósfera, sus contradicciones y esa ambigüedad moral que rodeaba su figura.
Friedkin confesó más tarde que Bateson le habló tanto de su crimen como de la cultura nocturna neoyorquina de los setenta, elementos que acabarían modelando la personalidad del personaje interpretado por Pacino. En otras palabras, Bateson proporcionó el tono, el trasfondo y el monstruo invisible que recorre toda la película.
El legado de Bateson, por tanto, no se limita a haber aparecido en una escena legendaria de ‘El Exorcista’. Su historia conforma un retrato inquietante de un hombre cuya vida osciló entre el cine, el crimen y la mitología popular. No es casualidad que su figura resurja cada cierto tiempo, incluso en producciones recientes como ‘Mindhunter‘, donde se subraya precisamente ese cruce escalofriante entre la ficción del terror y la realidad del mal humano.
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La noticia
En ‘El Exorcista’ se esconde algo más terrorífico que una posesión demoniaca: un asesino en serie que inspiró una de las más polémicas cintas de Al Pacino
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Espinof
por
Joel Calata
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Escrito por Redacción Terra FM
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