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Esta es la serie que debería ver Leonor de Borbón en Prime Video. ‘Su majestad’ se aleja del humor de El Jueves y logra lo imposible: que nos identifiquemos con una princesa

today1 de marzo de 2025

Esta es la serie que debería ver Leonor de Borbón en Prime Video. ‘Su majestad’ se aleja del humor de El Jueves y logra lo imposible: que nos identifiquemos con una princesa
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Esta es la serie que debería ver Leonor de Borbón en Prime Video. ‘Su majestad’ se aleja del humor de El Jueves y logra lo imposible: que nos identifiquemos con una princesa

Esta es la serie que debería ver Leonor de Borbón en Prime Video. ‘Su majestad’ se aleja del humor de El Jueves y logra lo imposible: que nos identifiquemos con una princesa

El 20 de julio de 2007 estaba trabajando en El Jueves, en la redacción de Barcelona. Era viernes y nos habíamos ido todos a casa cuando saltó la noticia: la portada de esa semana (y la revista al completo) había sido secuestrada e incautada por injurias a la Casa Real. En dicha portada aparecía el -entonces- príncipe Felipe teniendo sexo con Letizia Ortiz y, aprovechando la noticia de que el gobierno daría 2500 euros por hijo, decía «¿Te das cuenta? Si te quedas preñada, ¡esto va a ser lo más parecido a trabajar que he hecho en mi vida!«. Si tenéis cierta edad, seguro que os suena.

Podéis imaginar que después de aquella semana de caos, preocupación (y muchas risas) no volví a tomarme en serio a la institución monárquica en nuestro país, alterada por un chiste inocuo. Sé que no soy el único, y pese a todo me he sorprendido preocupado e identificado por las andanzas de la princesa Pilar, mucho más amargas y menos caricaturescas de lo que esperaba, sin por ello dejar de ser una crítica feroz al sistema.

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Siempre es una fiesta que Borja Cobeaga y Diego San José (artífices de ‘8 apellidos vascos’, ‘No controles’ o ‘Fe de etarras’) se junten para escribir. Hacía siete años que no estrenaban algo juntos y siempre es un gustazo comprobar que siguen siendo las dos plumas más afiladas del audiovisual hispano, aunque en el caso de ‘Su Majestad’ han tomado la inteligente decisión de apartar la pantomima y centrarse en el estudio de un personaje tan complejo como la mismísima princesa vivalavirgen de España.

Hemos leído y visto mil y una parodias sobre la corona española, sobre todo a raíz de aquel lamentable «Lo siento, me he equivocado y no volverá a ocurrir» que abrió la veda en el humor gráfico. La mayoría, de brocha gordísima y centradas en las mismas críticas que todos conocemos de sobra. Sin embargo, en ‘Su majestad’ han tomado la decisión de tomar esa poca sutileza y el mismo tono en las críticas y transformarlas en algo más. De alguna manera, y aunque no podrían estar más alejados de nosotros, los personajes de la serie se nos muestran simpatéticos, dentro de sus privilegios e identificables, en su tristeza de niño rico. Y todo ello sin dejar de ser una parodia feroz. Tiene mérito.

Por supuesto, en la serie está todo lo que esperaríais de una atrevida comedia sobre el Rey y su hija: la corrupción institucional, la influencia judicial que destroza la separación de poderes, la estrambótica riqueza, la poca tolerancia ante la crítica. Sin embargo, con el paso de los episodios deja un hueco abierto a la esperanza y al cambio: quizá la corona continúe en nuestro país, pero en algún momento debe volverse autoconsciente de sus privilegios y hacer esfuerzos por cambiar, por ser mejor, por ganarse la confianza de los plebeyos. Aunque, efectivamente, siga llamándolos «plebeyos».

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Eso no quiere decir, claro, que no os vayáis a reír a lo largo de ‘Su Majestad’, porque tiene escenas absolutamente emblemáticas: la pinchada del himno techno en la Sala Barceló, la tergiversación de los argumentos de una alumna antimonárquica, la primera escena en la Copa del Rey con ese increíble musitar de labios, los gritos mientras se acuesta con el ex-príncipe de Inglaterra… Aunque evita de manera inteligente ser un simple cojín de pedos en el trono de la monarquía (el equivalente a una versión filmada de El Jueves, vaya), eso no significa que no sea inteligentemente iconoclasta.

El mayor error de ‘Su Majestad’ es ir variando el tono poco a poco hasta un episodio final que cierra coherentemente las tramas, pero en el que ya no hay atisbo de humor: Cobeaga y San José quieren tanto a Pili que le dan un final digno de thriller político que, aunque rubrica su tesis respecto a los personajes, rompe con el tono del resto de la serie y resulta fallido. Este último capítulo recoge todo lo que ha sembrado en los anteriores, pequeños detalles de la trama que quedaron abiertos, y, además, muestra el cambio invariable y sorprendente en la personalidad de la propia princesa. Y está muy bien, es dignísimo, pero hubiera querido, al menos, sonreír de tanto en cuando en lugar de asistir al cierre de las intrigas y confabulaciones de su cuarteto protagonista.

Majestad

También echo de menos haber visto un poco más del lado más salvaje de la princesa Pilar, que tan solo llegamos a intuir: un primer episodio mostrándonos su vida disoluta al cien por cien habría ayudado a que comprendiéramos mejor las preocupaciones del resto de su familia. Pillamos al personaje a media res y sus locuras nunca son tan catastróficas como para llevarnos las manos a la cabeza: ‘Su Majestad’ podría haber tirado más por un humor incómodo o slapstick, pero en su lugar confía en la naturalidad que solo le puede dar Anna Castillo a un personaje caricaturizado pero sin llegar al exceso. Cobeaga y San José, lejos de pretender bambolearse en la cuerda floja con parodias desmesuradas, han preferido, simplemente, evidenciar lo absurdo del poder monárquico y judicial actual. Funciona, pero, todo sea dicho, sin grandes alardes de ingenio.

Todo ello se mezcla con una amplia dosis de compasión hacia la princesa encerrada en su propia condición, cuya rebeldía viene tanto de la incomprensión por su puesto como del desapego con su padre. La serie es, para qué negarlo, más blanda de lo que hubiera deseado, pero reconozco que es imposible no acabar identificándose, aunque sea un poco, en esa aspirante al trono que ni siquiera sabía que lo quería, esa niña cuyo padre le ha ido cortando las alas sin saberlo, que tiene como enemigo a todo un país que se ríe en su cara (literalmente, como ocurre en el caso de un acertado Florentino Fernández).

Y ella, poco a poco, va comprendiendo el porqué de las críticas, rompiendo la crisálida, abrazando el cambio (aunque sea leve), empezando a descubrir quién está tras el sexo esporádico, las borracheras y los caprichos palaciegos. Para el recuerdo quedan episodios fabulosos como el quinto, una especie de ‘Antes del amanecer’ con una versión del príncipe Harry, o ese exilio rural entre alcohol destilado, himnos tocados al órgano y decisiones que pueden cambiar el futuro de la monarquía que harían bien en escuchar aquellos que siguen confiando en la institución. ¿Francamente? Aunque la protagonista sea una especie de Victoria Federica, Leonor haría muy bien en tomar nota de las enseñanzas que deja la serie... aunque bastante tendrán Cobeaga y San José si se libran del juicio por injurias. Sería bastante irónico, en realidad.

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La noticia

Esta es la serie que debería ver Leonor de Borbón en Prime Video. ‘Su majestad’ se aleja del humor de El Jueves y logra lo imposible: que nos identifiquemos con una princesa

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Espinof

por
Randy Meeks

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Escrito por Redacción Terra FM

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